sábado, 11 de septiembre de 2010
Ricardo Balbín, (1904-1981) será un arquetipo perdurable. Porque en medio de la violencia política y de la ruina económica nunca bajó los brazos. Fue un gran caudillo radical, un gran arquitecto de lo posible.
Un hombre de la democracia. Un estratega sin tiempo, que jamás renunció a su empresa de restauración republicana, a su obstinación por la libertad, a la unión de los argentinos, y a la defensa de las instituciones. Sufrió persecuciones en todos los gobiernos autoritarios de la Argentina, y enseñó a todos que se pueden perder mil elecciones, pero nunca resignar los principios. Días antes del fatídico 24 de marzo de 1976, Balbín hacía un llamado a la reconciliación nacional, pidiendo al ejército y a la guerrilla que no usaran a la República como campo de batalla.
Le debemos a él las cortas experiencias democráticas que tuvimos desde 1930, por eso, Ricardo Rojas hubiese dicho de Balbín lo que dijo de Sarmiento: "Fue un hombre de acción, con temperamento de apóstol y vislumbres de profeta".
Abogado platense, orador, político honesto, Presidente de la bancada radical de diputados nacionales durante los dos primeros gobiernos peronistas, fue encarcelado por sus ideas y por defender a la República, Presidente del Comité Nacional de la Unión Cívica Radical, refundador del partido radical luego de la escisión de Arturo Frondizi, alertó al país de los peligros de una guerra civil y de la dictadura de 1976. Murió en la pobreza y en la dignidad de su honestidad sin límites en 1981. Krausista y seguidor de la ética de Alem e Hipólito Yrigoyen. Amigo y consejero del Presidente Arturo Umberto Illia. Hombre de la democracia y de la república, y prócer de nuestra vida política. El presidente que nunca fue, y que lamentamos no haber tenido. Va este homenaje a quien tanto hizo por nuestras instituciones.
"Ricardo Balbín, caudillo que nació en cuna humilde y murió en la humildad. ¿Qué elogio más grande puede hacerse de un hombre que tuvo a su alcance todos los bienes materiales?". Ernesto Sábato.
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