jueves, 8 de julio de 2010
“SIGAMOS IDEAS, NO HOMBRES”.
Ya terminó el mundial, (al menos para nosotros los argentinos). Ya guardamos el cotillón, todo está volviendo al conocido y tan desgraciadamente, a veces, normal funcionamiento de las cosas, al que nos hemos acostumbrado.
Siguiendo la línea futbolística de tratamiento de los temas que nos preocupan y nos movilizan, echémosle la culpa a alguien del fracaso, alguien debe tener la culpa, debemos encontrarlo y exponerlo al escarnio público… a nivel político también sucede lo mismo.
O mejor no, mejor dediquémonos a encontrar entre todos una solución, propongamos, debatamos, hablemos, escuchemos, discutamos, aceptemos, y así logremos el consenso.
El doctor Raúl Ricardo Alfonsín en la década del 80 era el hombre en quien el ciudadano argentino podía confiar, en quien podía depositar sueños y esperanzas, era la salida a tanto dolor, a tanta sangre derramada, en el nombre del capricho y la locura de un puñado de locos.
Y el ciudadano argentino confió, y la democracia se instaló, millones de argentinos confiaron su futuro a uno de nuestros próceres, a uno de los mejores hombres del radicalismo de la última parte del siglo 20.
Y demostró a lo largo de toda su historia de vida, una intachable calidad humana y política, y aguantó salvajes embates opositores, de todo tipo, y de muchos colores partidarios y en todo orden (sindical, eclesiástico, medios de comunicación, campo, etc.).
Pero el aguantó, fortaleza y coraje le sobraban. Y también le sobraba honestidad.
El doctor Alfonsín, partió, y como cuando un padre se nos va, a los que quedamos nos queda la tremenda responsabilidad de seguir adelante, de levantar sus banderas y mostrarlas orgullosos de sabernos radicales, ante todo radicales, debemos continuar nuestro camino, pero sin olvidar jamás sus enseñanzas, sus lecciones, debemos seguir, pero que nos guíe, como un faro.
Volvamos al léxico futbolero, es tiempo quizás de parar la pelota, hacer una pausa y mirar lo que nos rodea, pensar la mejor jugada posible, porque, si hacemos un planteo inteligente lograremos el triunfo, pero si por el solo hecho de consagrarnos la tiramos a cualquier parte de un modo personalista y egoísta, sería un gran fracaso, que debemos evitar y del cual sería casi imposible retornar.
JORGE ALONSO.
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